Duelo en Navidad

Duelo en Navidad 22-12-2022

Por: Lic. Fátima Mejía Marty

El duelo es la forma que tiene nuestro cuerpo de responder ante una pérdida, ya sea el fallecimiento de un ser querido, la ruptura de una relación, el fallecimiento de una mascota, la pérdida de un buen empleo o negocio, incluso, el cambio de circunstancias vitales. Por ello entendemos el duelo como una experiencia dolorosa que se inicia con la pérdida de alguien o algo que era muy importante. No existe un único tipo de duelo, además, este puede tener características diferentes según cada persona.

Quien experimenta el duelo puede sentir síntomas físicos, conductuales, emocionales y cognitivos como: sensación de opresión en el pecho, hipersensibilidad al ruido, sensación de estar viviendo un sueño, palpitaciones; falta de energía, dolor de cabeza; puede haber disminución del apetito y del sueño; sentir que se olvidan las cosas, se está distraído o hay dificultad para concentrarse.

EN EL DUELO SE EXPERIMENTA CON MAYOR INTENSIDAD LA PRESENCIA DE EMOCIONES COMO LA IRA, TRISTEZA, IRRITABILIDAD; SENSACION DE SOLEDAD, VACIO, PREOCUPACIÓN, CULPABILIDAD; DESEO DE AISLARSE, ...

Las manifestaciones de estas respuestas físicas, emocionales, cognitivas o conductuales no tienen que ser experimentadas por todas las personas que viven el proceso de un duelo; tampoco son constantes o estáticas, como es un proceso, se presentan cambios y evoluciona con el tiempo, por lo cual es importante reconocer que es individual, en todos los dolientes no se presenta de la misma forma y, por tanto es importante que el ritmo de quien lo vive sea respetado por quienes constituyen su entorno familiar y social.

Para quienes están en duelo existen fechas que pueden perturbar de manera significativa, estas pueden ser: el día de las madres, de los padres, las fechas aniversario y las Navidades. Y es en las navidades donde todo se vive con mucha intensidad, los reencuentros, las sorpresas, la ilusión, los regalos, las decoraciones, y la sensación de pérdida, de ausencia, de vacío y soledad también aumenta. Cuando todo lo que nos rodea apunta al encuentro, a la celebración, a la unión y a compartir, los sentimientos se entremezclan enormemente y pueden sentirse angustiados o contrariados.

Los recuerdos de las Navidades anteriores toman una dimensión significativa, y la melancolía por quien ha fallecido, por lo que se ha perdido o está lejos, parece que se instala con una dosis añadida de dolor. Preguntas como: tengo o no algo que celebrar? , ¿es adecuado o no hacerlo? , ¿qué es eso que voy a celebrar, cuando siento este vacío?, ¿cómo mostrarme? ¿cómo lidiar con estas emociones sin "arruinar la fiesta a nadie"?... son algunas de las que los dolientes manifiestan.

Aunque la reacción más inmediata de las personas en duelo será el rechazo a toda festividad y al aislamiento esta no será la mejor solución. Respetando el sentimiento de la persona, se tendrá que buscar una solución lo más adaptada a sus emociones y también a las circunstancias. Planear las reuniones y “celebraciones” con anterioridad será de gran ayuda, ya que la persona desarrollará cierta sensación de control ante la situación que le proporcionará mayor calma. Formar parte del entorno y sentirse apoyado/a y respaldado/a por sus demás seres queridos será muy reconfortante en este momento de profundo dolor.

Relajarse los días previos llevando a cabo actividades gratificantes, haciendo deporte o técnicas de relajación, será beneficioso a la hora de enfrentarse a esta situación. Crear un ambiente que facilite la expresión de estados emocionales, opiniones respecto al deseo de celebrar la Navidad, preferencias por incluir cambios en los rituales navideños, es beneficio. Respetar el deseo de cualquier persona de no celebrar la Navidad, debido a que cualquier intento por persuadir a esta persona puede generar un conflicto interpersonal o un sentimiento de culpa en la misma, lo que interferirá en el proceso de duelo.

Simbolizar a la persona ausente con un objeto (fotografía, pertenencia, vela...) que recuerde a esa persona permitirá compartir los sentimientos de tristeza o añoranza entre los asistentes. A pesar del malestar que puede generar esta situación, la ausencia del recuerdo de esta persona puede producir un malestar mayor que puede interferir en el manejo del duelo. Hablar abiertamente con los hijos, en muchas ocasiones, se aparta a los más pequeños de estos asuntos con el objetivo de intentar protegerlos, pero no compartir con ellos esta experiencia, ni atender a sus necesidades emocionales, puede interferir en su experiencia de duelo y, en última instancia, en su desarrollo emocional.

Es preciso destacar que el paso del tiempo no garantiza la “cura de una herida”, el apoyo de los más allegados, la expresión emocional, la despedida o la aceptación de la pérdida son elementos imprescindibles para el desarrollo de la experiencia de duelo. No obstante, cuando este problema se mantiene de forma prolongada o genera un malestar e interferencia desmesurada, es recomendable solicitar ayuda psicológica.

Fátima Mejía
ES